Sobre mí
Nací en 1982 en un valle una fría mañana de enero, quizá por eso ahí se resuma parte de mi otoño y mi invierno. Caótica sin remedio, olvidadiza en extremo.
Nací en 1982 en un valle una fría mañana de enero, quizá por eso ahí se resuma parte de mi otoño y mi invierno. Caótica sin remedio, olvidadiza en extremo.
Escribo mi nombre sin la octava letra del abecedario, por eso de que la h ME hace enmudecer. A mis cuarenta todavía hago llamadas perdidas para avisar DE que está todo bien.
Estudié derecho, pero terminé especializándome en contar relatos inventados. En ocasiones me permito licencias poéticamente incorrectas.
Incomprensible, poco entendida de límites.
De creencias férreas, vicisitudes, café y melancolía.
Amante del dolor a lluvia, ese al que tú llamas petricor.
De puertas para adentro. Exagerada en extremo. Muy de jurar.
Lo juro.
Uso palabrería en desuso, siento un amor profundo por los domingos breves, los libros, las tazas, los calcetines y los números impares.
Podría pintarte el mundo de color rosa empolvado y amarillo vainilla, si tú quisieras.
Tiendo a ocupar poco espacio, en metros uno sesenta y uno, y reparto ahí toda mi colección de constelaciones en forma de pecas y lunares.
Suelo llegar tarde a las cosas importantes de la vida. CASI NUNCA ME PEINO Y SOY MÁS DESASTRE DE LO QUE APARENTO.
Tengo insomnio y un único secreto inconfesable que sabe a sal.
Sé llorar al menos de tres formas distintas, y mi nivel de llanto es intermedio. APENAS sonrío y suelo esconderme tras el objetivo de mi cámara o bajo los rizos, esos que al despertar huelen a higuera, cedro y mandarina.
He escrito un libro que no es un libro, un libro CON TAPAS DURAS de verdad y otro QUE ESTÁ pendiente de un hilo.
EXPERTA EN DESCOSER CICATRICES, CULPABLE DE PENSARTE A PECES YA SABES, TODO MUY EXAGERADO, nivel… noviembre.